Ahora que hemos llegado a una página
íntima y personal,

tengo que confesarte algo

SI, SOY COACH

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SI, SOY COACH

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SI, SOY COACH · SI, SOY COACH ·

Te prometo que he intentado disimularlo como he podido en el resto de la web, pero ya no puedo más. Sí, soy coach. ¡Ay, qué gusto da soltarlo!

Ya sabes que una no puede disimular durante mucho tiempo lo que es.

No hace falta que me lo jures, sé que esto del coaching te chirría. Tenemos mala fama. Lo sé.

La primera vez que entré en una clase de coaching pense: ¿qué c*** hago yo aquí?,

¿qué es esto?, ¿esto es el coaching? Estoy superincómoda. Me quiero ir.


No era para nada lo que yo me esperaba:


Muy zen.

Muy yogui.

Muy “si quieres, puedes, solo piensa en positivo y serás feliz”.

Pero al final decidí quedarme (más por cabezonería que por otra cosa).

Miré más allá. Entendí lo que había detrás de todo eso superficial que me chirriaba. Y entonces me prometí algo.

Si tengo que explicar el coaching desde 0, lo haré.

ESTO LO TIENE QUE CONOCER TODO EL MUNDO, Y

Así que ya conoces cuál
es mi misión.
¿Pero qué hacía yo antes
del coaching?

Todo empezó con
mi versión kids del
club de la comedia

Siempre quise dedicarme al artisteo. En el patio del cole mis amigos me preguntaban si les hacía una actuación. ¿Y qué hacía yo? Los entretenía con un monólogo o una escena cómica.

Pero en realidad el qué no me importaba, a mí lo que más me interesaba era el para qué. Y mi para qué estaba muy claro: montaba aquellos numeritos para hacer sentir bien a mi público, para emocionarlos y que pasaran un buen rato.

Yo sabía que aquel momento les aportaba mucho más que unas simples risas.

Tenía muchas dudas con a qué me iba a dedicar, hasta que hice una visita con el cole a TV3. Vi lo que ocurría detrás de las cámaras y me encantó. ¿Quizá porque no me atrevía a estar delante? Puede ser. Pero yo creo que lo que más me fascinaba era poder observar a la gente.


El caso es que, definitivamente, la tele iba a ser lo mío. ¿Dedicarme a hacer magia contando historias?
Count me in!

Me dediqué durante 25 años a contar historias en imágenes y sonido.


Estudié comunicación audiovisual y empecé a trabajar en el mundillo de la tele. Mi paso por distintos canales de televisión llegó finalmente a una empresa deportiva internacional, donde me ficharon para trabajar obviously en programas, galas y directos para la tele.

COMENCÉ…

Pero ese interés mío por las personas no se sació del todo, así que me presenté a un cargo de coordinadora de producción en el que gestionaría a unas 40 personas mientras viajaba por todo el mundo.

LUEGO…

UNOS AÑOS MÁS TARDE…

Me pasé los siguientes 10 años de aquí para allá. ¡Vaya viajazo! Gestionar personas resultó ser más complicado de lo que creía, pero sé que dejé huella y lo hice muy bien (aunque quede mal decirlo hoy en día).


A los pocos años aparece otro de mis grandes sueños en la vida: SER MADRE. Paremos máquinas. No quiero viajar más, quiero dedicarme a ellos y tener un trabajo en oficina porque así podré cuidarlos. Fue una decisión fácil de tomar, porque lo tenía clarísimo. Pero como en toda decisión, hubo una parte que salió perdiendo.

Durante el primer año, parecía que retrocedía en mi faceta laboral. Con 40 años estaba haciendo lo mismo que había hecho con 22. Aquello no me motivaba nada. Tenía que encontrar una fórmula que me permitiese seguir disfrutando de mi trabajo a la vez que me dejaba tiempo para estar con mi familia.

¿Tiempo con mi familia + motivación laboral =?????*

* Ni idea

¿Y qué hice? Busqué la solución en una de mis grandes motivaciones y fortalezas: la creatividad. Me reinventé y conseguí volver a contar historias, pero esta vez sin salir de la oficina.

Entonces ocurrió lo más curioso de todo.

Cuando volví al trabajo en oficina, ocurrió algo que para nada me esperaba. Casi a diario llamaba a mi puerta alguna persona que me decía: "Mireia, ¿podrías ayudarme con esto?" Entraban en mi despachito y me contaban lo que les preocupaba o sus dudas respecto a qué hacer con esto o aquello.

Todo eso volvió a despertar algo en mí. Yo lo que quiero es hacer algo PARA las personas. Convertir ese “Mireia, ¿podrías ayudarme con esto?” en mi nueva profesión.

¿Ya te imaginas
qué pasó después de eso, no?

Sí, vino el coaching.

Descubrí el coaching. Y la PNL, el mindfulness, la psicología positiva, la comunicación no verbal, la comunicación efectiva y el coaching ejecutivo.


Y la ayuda incómoda, claro. Pero esta historia ya te la sabes.